Salieron de noche
niñas y niños,
salieron de noche
a cazar gamusinos.
La luna miraba
colgada del cielo
como avanzaban
detrás del abuelo.
Las estrellas reían
junto a la luna,
pues todas sabían
que era una burla.
Caminan todos
por la vereda,
uno tras otro
van en hilera.
Avanzan con tiento
sin hacer ruido,
tan solo el viento
arrastra sonidos,
intentando evitar
cualquier ruido
que pudiera asustar
a un gamusino.
Toda la jornada
marchan cargados,
llevando a la espalda
cada uno su saco.
“Por esta vez,
por ser la primera,
los podréis coger
sin usar escalera”.
Cuando de golpe,
casi por sorpresa,
surgió en el monte
la primera presa.
“Algo se mueve
entre las matas,
algo se mueve
que no tiene patas”.
Corre el abuelo
y con gran tino
coge el primero,
el primer gamusino.
“Algo se mueve
tras ese risco,
algo se mueve
que no tiene pico”.
Corre el abuelo
y atrapa otro,
lo cogió del suelo
con gran alboroto.
“Algo se mueve
en esas ramas,
algo se mueve
que no tiene alas”.
De nuevo el abuelo
estuvo muy listo
y cogió el tercero,
el tercer gamusino.
Vuelven los mocosos
saltando y corriendo,
vuelven dichosos,
vuelven contentos.
Van las criaturas
todos cargados,
llevan sus capturas
metidas en los sacos.
Vuelven a casa
niñas y niños,
se acabó la caza
de gamusinos.
Al llegar a casa
les llevan sus padres
a dormir a la cama,
porque ya es tarde.
“Debéis dormiros,
ya mañana veréis
vuestros gamusinos,
no os preocupéis”.
Por la mañana
llenos de contento
dejan la cama
en pos de su trofeo.
Con mucho tacto
todos los niños
abren los sacos
de los gamusinos.
¡Que desencanto!,
están como fieras,
cuando abren los sacos
y ven sólo piedras.
Piensan todos
muy enfadados
que es el robo
de unos malvados.
Todo ese sofocón
era porque no sabían
que con la luz del Sol
los gamusinos huían.
Pero su abuelo
los sacó del error:
“Volverán luego,
escapan del Sol”