La pobre Petra,
la vieja cebra,
en una batalla
perdió sus rayas.
En dura lucha
allí en la ducha,
con un cepillo
que fue muy pillo.
El muy bribón
se las borró
mientras frotaba
y se enjuagaba.
Cuando se secó
y por fin vio
su piel tan blanca,
sin una franja,
así desnuda
le surgió la duda:
“¿No seré una mula
terca y tozuda?”.