viernes, 23 de diciembre de 2011

Tres reyes y un niño



En un pobre portal
de un pueblo de oriente,
un día muy normal
de un mes muy corriente.

Un dulce querubín
nació feliz y alegre,
era tan pobre el chiquitín
que dormía en un pesebre

Su madre se llama María,
su padre es carpintero,
trabajan todo el día
para ganar algún dinero.

Fanfarrias y tambores
una fría mañana
anunciaron con honores
la llegada de una caravana.

Guiados por una estrella,
montados sobre tres camellos,
engalanados como doncellas,
y seguidos por cien plebeyos.

Unos reyes llegaron
que dijeron ser magos,
hasta el niño se acercaron
y le llenaron de halagos.

Se acercó el más mayor
llevando un gran tesoro,
dijo llamarse Melchor,
le ofreció monedas de oro.

- “Esta ofrenda te traemos
desde el lejano oriente,
con ella  pretendemos
verte feliz y sonriente”.

Con un leve guiño
confuso y sorprendido
respondió el niño
al ver el cumplido.

- “Prefiero una pelota
y con ella poder jugar,
incluso estando rota
más voy a disfrutar”.

Se acercó luego Gaspar,
incienso al niño le ofreció,
se arrimó este a mirar
y de nuevo se sorprendió

- “Venimos desde el lejano oriente
con nuestra mejor intención
para ofrecerte este presente
que te llenará de ilusión”.

- “Prefiero una canción,
aunque sea triste su melodía,
mayor goce y diversión
tendré al oírla cada día”.

Se acercó al fin Baltasar,
mirra este le enseñó.
Volvió el niño a mirar
y otra vez se asombró

- “Venimos desde oriente
viajando noche y día
con este humilde presente
que te colmará de alegría”.

- “Prefiero peladillas
que poder saborear,
serán dulces maravillas
para mi pobre paladar”.

Dura lección para estos monarcas
que henchidos de vanidad
creyeron llevar en sus arcas
los secretos de la felicidad.

Les mostró un pobre chaval
que está en la humildad
y no en atesorar capital
los secretos de la felicidad

Irán pasando los días,
el niño se hará mayor,
le apodarán el mesías
y hablará de paz y amor.


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