sábado, 30 de enero de 2016

Elena la ballena


Ya está cansada Elena
de dar risa y dar pena,
por su enorme gordura,
y su grandiosa cintura.

Ha probado mil cosas,
todas desastrosas.
Para perder peso
dejó de comer queso.

Se apuntó al gimnasio
con su amigo Anastasio,
y se hizo una liposupción
en cuanto tuvo ocasión.

Pero haga lo que haga
no sirve de nada,
porque la pobre Elena
siempre va llena.


Don Pingüino

Es Don Pingüino 
elegante y fino,
viste chaqué 
y baila claqué. 

Baila muy bien,
baila requetebién,
y no da un traspiés
ni bailando al revés.

Es un gran atleta, 
con sus dos aletas
aprendió a nadar,
incluso a bucear.

No para de nadar,
y cruzando el mar
sigue Don Pingüino
a los langostinos.

Y como no sabe 
que es un ave,
insiste en nadar
y no quiere volar.

Triste destino
el de Don Pingüino,
que vive engañado
entregado al nado.





Versos incluidos en el título “Animalversos o versos de animales”, tercer volumen de la colección “Versos para Fresa y Frambuesa”, disponible en Ámazon https://www.amazon.es/dp/B08BF2PNDZ y https://www.amazon.es/dp/B08BF2V4P9 (ilustraciones en blanco y negro, o en color, respectivamente)




jueves, 28 de enero de 2016

Cristobal Colón



Desde tierras italianas
a la corte castellana
llegó tan campante 
un curioso navegante.

Con los reyes quiso hablar,
pues les tenía que plantear,
con urgencia y cuanto antes,
un proyecto muy importante.

Un proyecto tan importante
que a estos gobernantes
les llenaría de gloria
y les metería historia.

Decía que podría navegar
dando vueltas sin parar,
que la tierra no era plana,
sino redonda cual manzana.

Creía conocer la ruta
que llegaba hasta Calcuta,
navegando sin parar
atravesando el ancho mar.

Aunque hubo alguna duda,
Colón se salió con la suya,
los reyes colaboraron,
y el viaje le financiaron.

A la reina convenció,
y esta sus joyas empeñó
a un judío banquero
que les prestó el dinero.

Alquilaron tres carabelas,
con sus remos y sus velas,
y un día, Colón y su gente,
salieron rumbo a poniente.

Fue una larga travesía
que duró muchos días,
hasta que una mañana
avistaron tierra lejana.

Estaban tan despistados,
llegaron tan desorientados,
que creyeron estar en oriente,
y no en un nuevo continente.

Se volvieron para casa.
trayendo la patata,
el chocolate y el tabaco,
cargados en los barcos.

Pero Américo Vespucio
les hizo juego sucio,
se le coló al pobre Colón
y a toda su tripulación.

Y el nuevo continente,
vanidoso y sonriente,
dijo haber descubierto,
aunque no fuera cierto.

Hizo este navegante,
que se proclamó Almirante,
otras tres travesías
durante el resto de sus días.

Y murió en Valladolid
orgulloso y muy feliz,
este curioso trotamundos
por descubrir un nuevo mundo.