lunes, 11 de julio de 2016

Cuasimodo



Está el pobre Cuasimodo
aburrido de estar solo,
de que todos le insulten,
y de que de él se burlen.

Que si tiene una joroba
que pesa una arroba,
que si está tuerto
y tiene un ojo suelto.

Que se burlen sin fin
de su asombrosa nariz
y de sus tristes andares,
siempre tan particulares.

Se escondió en la catedral
huyendo de la vecindad,
donde conoció a las gárgolas
que también estaban solas.

Se enamoró de Esmeralda
que nunca le dio la espalda.
Tenía ella tal generosidad
que no le importó su fealdad.

Pero se enamoró de un capitán,
un capitán de la guardia real,
y presa de ese gran amor
a él le entregó su corazón.

Cuasimodo no pierde la esperanza
de que algún día Esmeralda,
a pesar de su gran fealdad
se enamore de su bondad.


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