Se
fue María Isabel,
la
serpiente cascabel,
a
una extraña fiesta
que
tenía orquesta.
En cuanto oyó la música
desde
la plaza pública,
se
fue toda dispuesta,
y no
hizo ni la siesta.
Se
vistió de lentejuelas,
se
puso unas bagatelas,
sacó
brillo al cascabel
y
salió a todo correr.
Quería
bailar samba,
bachata,
rumba y salsa.
Cualquier
baile latino
para
ella era divino.
Aunque
era una serpiente
tenía
sangre caliente,
y no
podía parar de bailar
mientras
oyera tocar.
Cuando
llegó al lugar
no
dejó de alucinar,
había
mil serpientes
bailando
sonrientes.
Hasta
una serpiente pitón,
que
molaba un montón;
era
fuerte y descomunal,
pero
no paraba de bailar.
“Vine
hecha un pincel
a
lucir mi cascabel,
y no
pararé de bailar,
ni de
hacerlo sonar”.
Versos
incluidos en el título “Animalversos o versos de animales”, tercer volumen de
la colección “Versos para Fresa y Frambuesa”, disponible en Ámazon https://www.amazon.es/dp/B08BF2PNDZ
y https://www.amazon.es/dp/B08BF2V4P9
(ilustraciones en blanco y negro, o en color, respectivamente)
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