(Como reconocimiento a la cultura que nos legaron)
Abenamar, Abenamar,
moro de la morería.
La noche que llegaste
no estaba la policía,
la mar estaba en calma,
la luna estaba crecida,
viniste para trabajar
y para ganarte la vida.
Te pudiste colocar
en Granada como guía,
y a los turistas curiosos
le cuentas sus maravillas.
“La primera es La Alambra
y la otra la Mezquita,
mas allá el Generalife,
obras todas de la morería.
Los moros que las labraban
cien doblas ganaban al día,
y el día que no labraban
otras tantas que perdían”.
Abenamar, Abenamar,
moro de la morería,
la mar estaba en calma,
la luna estaba crecida
la noche que te dijo
un extraño turista:
“Si Granada quisiera,
con ella me casaría”.
No pudiste remediarlo,
te invadió la melancolía,
y presa de la emoción
al turista le dirías:
“Con ella estuve casado,
pero la perdí un lejano día,
con Granada estuve casado
y con toda Andalucía”
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