Vino en patera,
llegó una mañana,
viajó una semana,
una semana entera.
Hammed sólo tenía
una vaca flaca
una vaca flaca
atada a una estaca
de noche y de día.
Él no sonreía,
nunca jugaba,
tampoco cantaba,
¡es que no sabía!.
A su padre le hablaron
de un prospero lugar
al otro lado del mar,
y hacia él se encaminaron.
Con la fuerza de los vientos,
llegaron hambrientos,
llegaron sedientos,
llegaron casi doscientos.
Al llegar a la playa
unos extraños hombres
les pidieron los nombres,
¡y les dieron toallas!
No tienen documentación
con que justificar
su llegada al lugar,
¡que contradicción!,
Deberán regresar,
en este prospero lugar
del otro lado del mar
no se pueden quedar.
Hammed volverá
con su vaca flaca
atada a una estaca
que un día morirá.
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