Ya está muy harta
la vieja madrastra
de ser siempre la mala
haga lo que haga.
De ser la culpable
de todo lo que pase.
De cualquier delito,
del menor descuido.
Escritores y literatos,
de cuentos y relatos,
le crearon esa fama
de egoísta y mala.
Le acusaron de orgullosa,
incluso de vanidosa.
Unas veces de pedante,
y otras de arrogante.
Porque ella no es bella,
ni tampoco una doncella.
Porque no es hermosa,
ni una actriz famosa.
Pues ya se ha cansado,
y los cuentos ha dejado.
Se marchó a Benidorm
a vivir de su pensión.
A gozar de la playa
tumbada en su toalla,
A disfrutar del sol,
y a jugar al chinchón.
Sin viejas ruecas averiadas,
ni manzanas envenenadas.
Sin espejos mágicos,
ni finales trágicos.
A ver a quien culpan ahora
de todas esas cosas
de las que le acusaban
No hay comentarios:
Publicar un comentario