miércoles, 20 de noviembre de 2019

Cigarro y cigarra


Don Cigarro y Doña Cigarra,

en un momento muy tierno

de una muy lejana mañana,

se prometieron amor eterno.



Era Don Cigarro tan refinado,

tan distinguido y galante,

que, aunque fuera verano,

nunca olvidaba los guantes.



Era Doña Cigarra la cantante

de un teatro de variedades.

Aunque se cansó de tanto cante,

y ya sólo canta a las amistades.



Asistía Don Cigarro muy elegante

a todas sus galas y actuaciones,

y con entusiasmo desbordante

aplaudía sus interpretaciones.



Doña Cigarra en él se fijó.

En una de aquellas actuaciones,

por su brillo, él la deslumbró,

y se unieron sus dos corazones.

  

En cuanto tuvo la primera ocasión

fue Don Cigarro a su camerino

para formalizar aquella relación

acompañado de sus padrinos.


Desde entonces, cada mañana,

dan juntos largas caminatas,

y cada vez que les viene en gana

se regalan piropos y alabanzas.



“Doña Cigarra, deje que me reitere,

pero es usted tan buena cantante”.

“Don Cigarro, y a mí que persevere,

es usted tan elegante y brillante”.



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