Don
Juan Tenorio,
le
gusta el jolgorio,
es
pendenciero
y
muy mujeriego.
Con
Luis Megía
apostó
un día
ser
el mas truhán
de
aquel lugar.
Burlarían
doncellas,
y
cuanto mas bellas
la
burla sería mayor,
y
mayor su valor.
Se
batirían en duelo,
para
mofarse luego
y
sin ningún remilgo
del
rival vencido.
Cumplido
un año
verían
los daños
que
habían causado
cada
uno por su lado,
resultaría
vencedor
quien
mas deshonor,
burlas
y engaños
hubiera
logrado.
Pasado
el plazo
hicieron
repaso
de
sus hazañas
estas
dos alimañas.
Engreído
y orgulloso
comenzó
presuroso
el
caballero Don Juan
sus
gestas a contar:
“Allá
por donde fui
a
las damas ofendí,
la
razón atropellé
y
a la justicia burlé”.
Respondió
Don Luis,
presumiendo
así
de
los mismos engaños
en
ese último año:
“También
por donde fui
a
las damas ofendí,
la
razón atropellé
y
a la justicia burlé.
Rompamos
pues el empate
viendo
lo mas importante,
hagamos
justo recuento
de
ofensas y entuertos.”
Anotaron
en un papel
de
forma precisa y fiel
los
muertos en desafío
y
las ofensas de amoríos,
para
concluir al fin
que
el mas vil
era
sin dudar
nuestro
Don Juan.
Dichoso
y exaltado
por
el éxito logrado,
un
nuevo desafío
ofreció
a su enemigo.
Prometió
Don Juan
una
novicia burlar,
la
mas angelical
que
pudiera hallar.
Y
fue Doña Inés
la
elegida por él,
pues
era sin duda
inocente
y pura.
En
una apartada orilla,
mientras
la luna brilla,
a
ese ángel de amor
le
prometerá su amor.
Y
con mucha picardía
Don
Juan lograría
ganar
el corazón
de
esa dulce flor.
Pero
llegaría un día
en
que él sucumbiría
también
presa del amor
y
entregará su corazón.
Y
ese corazón traidor
será
esclavo del amor,
él
que nunca creía
que
al amor cedería.
Con
tan mala fortuna
que
la fama inoportuna
que
él tenía muy a gala
desencadenó
el drama.
Por
todos perseguido
acabó
Don Juan huido,
y
Doña Inés en clausura
presa
de su amargura.
Al
fin junto a la tumba
a
todos pidió disculpas
para
poder morir en paz
el
desdichado Don Juan.
Don
Juan Tenorio,
le
gustaba el jolgorio,
era
pendenciero
y
muy mujeriego.
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