Doña Ana la iguana,
llegó esta mañana,
corriendo sin parar
desde un lejano lugar.
Buscando a Ramón,
el apuesto camaleón,
que cada día
un traje lucía.
Le dijo una lagartija
presumida y pija,
que Ramón se marchó
sin decirle adiós.
“- Ramón se fue,
ayer o antesdeayer,
con unos actores
en busca de honores”.
De muy mala gana
volvió la iguana
a su lejano rincón
sin su gran amor.
Me recuerda a los poemas que allá por mi infancia leía de la mano de la gran Gloria Fuertes.
ResponderEliminarUn abrazo.