Duerme plácidamente
la bella durmiente.
Duerme muy relajada
en su lecho sin almohada.
Es la futura reina
algo vanidosa y relamida.
Presume de sangre azul,
y siempre viste de tul.
Llegó esta madrugada,
tan agobiada y cansada,
que no se quitó el traje
ni se limpió el maquillaje.
Atravesando bosques,
ríos, peñas y montes,
galopa un apuesto galán
hasta allí sin parar.
En la corte le dijeron
que si era el primero
en besar a la princesa
de su amor sería presa.
Viéndola así dormida,
a su lado se arrodilla,
y la besa al instante
con todo el mundo delante.
Al sentirse ella besada,
se despierta sobresaltada
y le recrimina sin recato:
“¿Qué haces mentecato?”
“No puede una descansar
sin que la vengan a molestar.
Vete por donde has venido,
que yo no quiero marido.”
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