Os hablaré con cautela
de la señora Cruella,
una señora tan vil
que se llama de Vil.
Una señora importante
pero algo extravagante;
llevar un abrigo de piel
es su máximo placer.
Se viste muy elegante;
siempre lleva guantes,
y fuma con una boquilla
que llega a las rodillas.
Quiso hacerse un abrigo
para lucir con sus amigos,
un abrigo muy especial,
que no hubiera otro igual,
con la piel de unos dálmatas.
Muchos, una suma bárbara,
no diez, ni once ni veintiuno,
nada menos que ciento uno.
Los intentó secuestrar,
pero el plan salió mal,
salieron todos por patas
y se fueron para casa.
Más de cien cachorros
se fugaron en los morros
de Cruella y sus secuaces,
con tan feliz desenlace.
Así acabó la historia
que llevó a la gloria
a una señora tan vil
como Cruella de Vil.
Versos
incluidos en el título “Versos de malos nada perversos”, primer volumen de la
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. (ilustraciones en blanco y negro, o en color, respectivamente. En formato e-book
y papel)