martes, 1 de diciembre de 2020

La niña del exorcista

 

La niña del exorcista

tiene un grave problema,

se ha pasado de lista

y ahora vienen las penas.

 

Dijo que estaba poseída,

que tenía un demonio dentro

que le iba robando la vida

desde hacía ya algún tiempo.

 

Llamaron a un sacerdote

especialista en esos temas,

viejo, gordo y con bigote,

y un montón de cadenas.

 

Comenzó este la ceremonia,

con amenazas, gritos y rezos.

Le echaba hasta colonia,

y decía que iría al infierno

 

Con la colonia y el griterío,

la niña se empezó a marear.

Con los rezos y todo ese lío,

la pobre acabó por vomitar

 

Su boca era un surtidor

por el caudal que arrojaba,

un cráter en erupción

con todo lo que echaba.

 

Echó la comida y la cena,

el sándwich de la merienda,

unos filetes con berenjenas,

y una empanada tremenda.

 

Unas judías con chorizo,

su morcilla y su tocino,

que su madre les hizo

para comer el domingo.

 

Allbóndigas y su guarnición,

muchas galletas y golosinas,

una tarta de fresa y limón,

y hasta un par de sardinas.

 

Y así podría seguir sin parar,   

pues había vaciado la nevera,

se había puesto a reventar 

con todo lo tragona que era.

 

Lo que de verdad la niña tenía

era una descomunal indigestión,

no es que estuviera poseída,

es que se había dado un atracón.















Versos incluidos en el título “Versos de malos nada perversos”, primer volumen de la colección “Versos para Fresa y Frambuesa”, disponible en Ámazon  https://www.amazon.es/dp/B08BDYBC8K y https://www.amazon.es/dp/B08BF44L96 . (ilustraciones en blanco y negro, o en color, respectivamente)




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