La niña del exorcista
tiene un grave problema,
se ha pasado de lista
y ahora vienen las penas.
Dijo que estaba poseída,
que tenía un demonio dentro
que le iba robando la vida
desde hacía ya algún tiempo.
Llamaron a un sacerdote
especialista en esos temas,
viejo, gordo y con bigote,
y un montón de cadenas.
Comenzó este la ceremonia,
con amenazas, gritos y rezos.
Le echaba hasta colonia,
y decía que iría al infierno
Con la colonia y el griterío,
la niña se empezó a marear.
Con los rezos y todo ese lío,
la pobre acabó por vomitar
Su boca era un surtidor
por el caudal que arrojaba,
un cráter en erupción
con todo lo que echaba.
Echó la comida y la cena,
el sándwich de la merienda,
unos filetes con berenjenas,
y una empanada tremenda.
Unas judías con chorizo,
su morcilla y su tocino,
que su madre les hizo
para comer el domingo.
Allbóndigas y su guarnición,
muchas galletas y golosinas,
una tarta de fresa y limón,
y hasta un par de sardinas.
Y así podría seguir sin parar,
pues había vaciado la nevera,
se había puesto a reventar
con todo lo tragona que era.
Lo que de verdad la niña tenía
era una descomunal indigestión,
no es que estuviera poseída,
es que se había dado un atracón.
Versos incluidos en el título “Versos de malos nada perversos”, primer volumen de la colección “Versos para Fresa y Frambuesa”, disponible en Ámazon https://www.amazon.es/dp/B08BDYBC8K y https://www.amazon.es/dp/B08BF44L96 . (ilustraciones en blanco y negro, o en color, respectivamente)
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