(“Verso” ya está
en el escenario, situado en su lugar. Al
fondo otra imagen del bosque en primavera, en un extremo del escenario, en
primer plano unos arbustos floridos. Finalizadas las estrofas iniciales de
verso entran en escena “Barrufet” y “Ratón” caminando).
Verso: Hablando y
hablando
siguen caminando.
Durante esta
travesía
según avanza el día
con mucha cortesía
y algo de palabrería
Barrufet le pondrá al corriente
de la vida del bosque y su gente.
Ratón mostrará
gran emoción
por cada revelación,
le parecerá todo extraordinario
y disfrutará del itinerario.
Barrufet
alardeará
y con orgullo le
hablará
de los colores de las flores,
y también sus olores,
del sonido del río
y el frescor del rocío,
del sol brillando
y los pájaros trinando.
Barrufet: Podría
apostar
sin temor a errar,
que esto que estás viendo
te está sorprendiendo.
Ratón: Aquí todo es diferente,
no hay tanta gente,
se oye un continuo cantar,
es más fácil respirar.
Barrufet: No te debes
alarmar
si en este nuevo lugar
todo te es desconocido
a lo largo del recorrido,
pues con mi compañía
y mi gran sabiduría,
en apenas unas jornadas
tus dudas serán despejadas.
Ratón: ¿Cómo
no me voy a preocupar?,
es tan distinto este lugar
que por todo me he de sorprender,
ni a las aves logro conocer.
Barrufet: Yo te las
presentaré
y
de ellas te hablaré.
(Señalando a Ratón en las distintas
direcciones en que se encuentran las aves).
Ese
que canta primero
en
tono tan jaranero
le
llaman jilguero.
Los que cortejan a las flores
enamorados de sus colores
se conocen por ruiseñores.
Aquel otro tan trabajador
construye su nido con primor
y por nombre tiene tejedor.
Ratón: No me dejo de sorprender
porque a su jaula no deban volver,
me llena de dicha y felicidad
verlos volar en plena libertad.
Barrufet: Dime, ¿por
qué extraña razón
a seres de tan noble corazón
alguien es capaz de encarcelar
en un triste y mísero lugar?
Ratón: El
hombre dice disfrutar
al escucharlos cantar,
y para que no puedan escapar
y su plumaje admirar,
sin importarle su pena,
a cautiverio les condena.
Barrufet: Extraña forma
de actuar,
¿acaso se puede encarcelar
el sonido del río,
el frescor del rocío,
el croar de una rana,
o el sol de la mañana?.
Ratón: Lo
más curioso de la situación
es que sin ninguna vacilación
dicen amar a los animales,
y ellos mismos se llaman racionales.
Verso: Al llegar al atardecer,
tras un largo camino recorrer,
deciden pararse a descansar
y disfrutar del bello lugar.
Tras esta dura jornada,
en la que no han comido nada,
se sienten desfallecer
y no tienen nada que comer.
Para remediar
esta pena
aparece ahora en escena
un nuevo personaje, Ardilla,
que les vendrá de maravilla
Ratón: No puedo más, estoy extenuado,
no estoy acostumbrado,
tú andarás mucho a diario
y esto te parecerá rutinario.
Barrufet: Podemos parar
a descansar
en este hermoso lugar,
y así disfrutar del paisaje,
de los árboles y su sombraje.
(Ratón, maravillado, se acerca a unos
arbustos plagados de flores).
Ratón: ¡Cuanta florecilla!,
¡que maravilla!,
embriagan con su olor,
fascinan con tanto color.
Barrufet: Ha llegado la
primavera,
valió
la pena la espera.
Ratón: (Con cierto tono de enojo)
¿Qué es la primavera?.
Nunca te entiendo a la primera,
¡que manera de hablar!,
¡me empiezas a preocupar!.
Barrufet: La primavera
es el escenario
donde se representa a diario
la magia de la naturaleza,
¿se resuelve tu extrañeza?.
Fenómenos insondables,
prodigios inexplicables,
se producen a cada instante
de forma incesante.
El Sol, presumido,
con su mejor vestido
se viste y engalana
cada mañana.
Los árboles, ahora frondosos
se muestran orgullosos
y se llenan de flores
de
miles de colores.
Los pájaros recién llegados
están enormemente atareados
en construir nidos nuevos
donde incubarán sus huevos.
Ahora que llueve,
y se funde la nieve,
torrentes y regueros
discurren muy ligeros.
Por fin, las mariposas
pueden lucir orgullosas
y batir con alegría
sus alas cada día.
Ratón: Todo es muy bonito,
pero te repito,
estoy cansado
y no hemos almorzado.
Barrufet: Sin prisa, en
la naturaleza
no sólo encontramos belleza
siempre podemos estar seguros
que resolverá nuestros apuros.
Nuestra hambre colmará,
nuestra sed saciará,
el frío del invierno calmará,
y cualquier necesidad atenderá.
Verso: Aparece en escena,
y
de alegría la llena,
una feliz ardilla
en pos de una semilla.
(Entra Ardilla que viene corriendo detrás de
una enorme bellota, y se diirige a Ratón, con expresión casi de sorpresa).
Ardilla: Te estoy
escuchando
y estoy alucinando,
¿Cómo de hambre puedes hablar
estando en este lugar?
Aquí sobra el alimento
en todo momento,
no puede ninguno
quejarse de ayuno.
Ratón: Será
cosa de un momento,
pero yo no hallo ese alimento
que me sirva de sustento,
aunque os parezca un cuento.
Ardilla: Encuentra
el oso el pez,
y la ardilla la nuez,
la abeja halla la flor,
y la bellota el roedor.
Durante toda la primavera
el bosque es una gran nevera,
raíces y frutas podéis hallar
con las que desayunar.
(Interviene Barrufet para deshacer la
tensión).
Barrufet: Le tenéis que
disculpar
es nuevo en el lugar,
ha llegado extraviado
y está un poco despistado.
Ardilla: Ahora me
percato,
¡qué mal rato!,
no había otra explicación
a esta extraña situación.
Ratón: Ya que está todo aclarado,
perdonad que sea pesado
pero no he probado bocado
y sigo desmayado.
Ardilla: Yo sólo os
puedo invitar,
y espero que os pueda gustar,
a la pobre y humilde comida
que guardo en mi guarida.
Barrufet: ¿Cómo no nos
va a gustar?,
¿cómo la vamos a rechazar?,
sería de muy mala educación
siendo tan sincera tu invitación.
Ratón: Sólo una pequeña curiosidad,
no entiendo la finalidad
de almacenar el alimento
si lo consigues en un momento.
Ardilla: Cuando el
invierno llega
hay que recurrir a la bodega
para procurarse sustento,
pues se acabó el alimento.
Por
eso, mañana tras mañana,
recojo una nuez o avellana,
que llevo a mi madriguera
durante toda la primavera.
Ratón: Pues
no perdamos ni un momento,
demos buena cuenta de ese alimento,
dejemos la conversación
y pasemos a la acción.
(Los tres salen caminando juntos de escena)
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