(Se
oye música, el primer movimiento de “Las cuatro estaciones” de Vivaldi durante
aproximadamente 30 segundos. Al fondo imagen del bosque en primavera, a la
izquierda en un segundo plano, un duende, sentado en el suelo apoyado en una enorme seta, muestra claramente que
disfruta con la música, sigue su ritmo con el movimiento de los brazos y la
cabeza. Al finalizar la música entra en escena “Verso”, un personaje vestido
como el presentador de un circo, se coloca en un primer plano a la derecha del
escenario.)
Verso: Me voy a presentar,
verso me suelen llamar,
y una historia os quiero contar
que seguro os va a gustar.
Una historia
entre un ratón
y un duende de gran corazón.
Barrufet es un
duende
al que nadie comprende,
y que a menudo
presumía
de
nociones de hechicería,
pero todo el mundo sabía
que era sólo palabrería.
En el bosque
vivía
de noche y de
día,
dentro de una
seta,
azul, rosa y violeta,
junto a un gran
abeto,
distinguido y coqueto,
en la falda de un collado
ventilado y
soleado.
(Entra en escena Ratón, andando con
paso inseguro y sollozando, mira a su alrededor intentando identificar el
lugar, al verlo Barrufet se levanta y poco a poco se acerca a él).
En cierta
ocasión
se cruzó con un ratón,
triste y compungido
porque andaba perdido,
con mucho candor
le preguntó al roedor.
Barrufet: ¿Cuál es la
razón
de esa desazón?.
Ratón: Sin
haberlo preparado
extraviado he llegado
a este extraño paraje,
y sin ningún equipaje.
Estoy totalmente perdido,
y no conozco el
recorrido
de vuelta a mi hogar,
ni quien me pudiera ayudar.
Ratón: ¡Qué
barbaridad!,
¿de qué extraño lugar
has podido infeliz llegar
si este te hace extrañar?.
Ratón: De
un lejano y extraño lugar
que los hombres llaman ciudad,
sufriendo enorme tormento
en un extraño invento
que se conoce por coche,
viajando toda la noche.
Barrufet: Largo camino
has de recorrer
si pretendes ahora volver
a ese lejano lugar
donde tienes tu hogar.
Ratón: Lo tengo que intentar,
no debes olvidar
que es familia y hogar
lo que he de recuperar.
Barrufet: Si necesitas
ayuda
no tengas ninguna duda,
estas frente al mejor guía
y en la mejor compañía.
Hacia cualquier destino
puedo encontrar el camino
con la menor distancia,
gracias al poder de mi magia.
Verso: Tras esta
afirmación
se observa una expresión
de gran satisfacción
en el rostro del ratón,
aunque cierta preocupación
hace su aparición
por la breve alusión
a los poderes de adivinación.
Ratón: (Su expresión pasa a ser alegre)
Para mi representaría
una gran alegría
que me pudieras guiar
de vuelta a mi hogar.
Barrufet: Basta de
palabrería
que se acaba el día,
dejemos de hablar
y comencemos a andar.
No sólo te guiaré,
un atajo te mostraré
en el que podrás disfrutar
de la belleza de este lugar.
Verso: Afirma exultante
Barrufet al instante,
y comienzan a caminar juntos
hablando de sus asuntos,
de esto y de aquello,
de lo feo y de lo bello,
de aquello y de esto,
de
lo bello y del resto.
(Comienzan a caminar mientras
hablan, muy despacio, a cada paso paran para hablar, hasta que salen de
escena).
Ratón: Estas muy convencido
de conocer el recorrido,
sin haber estado previamente
en la ciudad, ni con su gente,
¿que te hace pensar
que no te vas a equivocar?
Barrufet: Cuento con
una gran ayuda
que me resolverá cualquier duda
que pueda surgir en el camino,
es el más grande adivino,
con su talento y sabiduría
nos dará consejo y guía.
Ratón: ¿Quién es ese adivino
con
un poder tan divino?
Barrufet: Grandes
honores merece,
de apellidos carece,
de títulos no hace gala,
y sólo como Sol se le señala.
Ratón: ¿Cómo sin hablar
podrá el sol indicar
como podremos llegar
de vuelta a mi hogar?.
Barrufet: Cambiando de
posición
nos dará la orientación
a lo largo de la jornada
de la ruta indicada.
Ratón: Debe ser un eufemismo,
no
entiendo el mecanismo
por el que según su lugar
nos puede él orientar.
Barrufet: Te aclararé
yo mismo
esto que llamas eufemismo.
Durante toda el alba,
por el este cabalga.
Cuando llega el mediodía,
hacia el norte nos guía.
Al llegar al atardecer,
por el oeste ha de desaparecer.
Ratón: Tú lo
creerás sencillo,
pero
yo no lo pillo.
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