Juan es un poco calamidad,
tiene problemas de identidad,
está echo un mar de dudas,
y por eso nos pide ayuda.
Dice Juan que, a ratos,
siente como qué es un pato.
Aunque no tenga plumas ni pico,
ni vuele como volaría un perico.
Otras veces dice que es un oso,
un oso grande y majestuoso.
Pero no tiene garras ni hocico,
ni tiene su casa entre riscos.
Aunque no pare de darle vueltas,
él sabe que a fin de cuentas,
no es ni un pato ni un oso,
no es más que un pobre patoso.